viernes, 16 de noviembre de 2007

No todos pueden escribir de cine

Hay muchos libros buenos sobre cine. Algunos tan excelentes como Sam Peckinpah. Vida Salvaje, de Garner Simmons, una biografía crítica repleta de anécdotas explosivas, escrita por un tipo que compartió noches en vela con el director de Grupo Salvaje, y que ha tardado más de una década en llegar a nuestras librerías.
O como Películas clave del cine de Ciencia-Ficción, de sergi Sánchez, un repaso cronológico, concentrado e inteligentísimo a la historia del cine marciano, con o sin extraterrestres.
También hay muchos libros malos. Malísimos, incluso. De vergüenza ajena. Miles de páginas impresas con datos inútiles, tópicos, plagios y perogrulladas sensacionalistas. Hubo un tiempo en el que escribir libros sobre cine era una tarea complicada. No existía internet. Ni la televisión por cable. Ni siquiera se habían inventado los magnetoscopios.
Confeccionar la filmografía completa de, por ejemplo, Kim Hunter, la mona lista de El planeta de los simios, resultaba poco menos que imposible. Ahora, todo está al alcance de una tecla del ordenador. Cualquiera puede saberlo todo o casi todo acerca de cualquier película sin demasiado esfuerzo.
Por eso, escribir y publicar libros trufados de ciberinformación ajena debería estar multado. El dato es lo de menos. Lo importante es lo que significa ese dato. Y el talento del escritor para plasmarlo con gracia en un texto.


Aquí dejo un artículo de un periódico que me pareció interesante.

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