Desde Mi Habitación
A lo lejos, se oye el cierzo otoñal.
Va y viene, viene y va, y a su paso,
con mustio semblante, el sol de ocaso
muere orondo tras el robledal.
A lo lejos, unas hojas cetrinas
bailotean sobre el lomo del mar.
Son las presas de aquel viento polar,
¡del que huyen las nómadas golondrinas!
¡Volad ahora que madruga la luna!
volad ahora que la noche, beoda
de poder y tiempo, toma el testigo.
Yo esperaré el regreso de alguna
en los desiertos de mi oscura alcoba,
mientras me pudro aquí… sin un amigo.
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