domingo, 10 de febrero de 2008

MOTIVOS QUE RIGEN UNA INSULSA VIDA

Volví a abrir las puertas de mi mente, esas que anteriormente solo había abierto para que lascivos sueños pertubaran mi inocencia. Señorialmente apareció una botella que rojizos destellos emanaba.

-¿Nos conocemos?- pregunté amenazante- ¿Acaso he abierto mis puertas para que alguién como tú perturbe mis fantasias?.
-La lascivia te ha convertido en un ser austero y sin ganas de vivir, tú antes no eras así. Yo soy la sangre que te ha visto crecer.

Perplejo ante las contundentes palabras de este improvisado invitada, me quedé perplejo, le permití pasar a mi morada. A duras penas conseguí sacar entrecortadas palabras de mi boca.

-¿Así qué tú eres ese del que tantos hablan?¡Tú eres el vino!
-En efecto, yo soy fruto del sudor del jornalero, jugo que baña estas tierras como son las riojanas. Soy el misionero de los vagabundos, el Dios del cuarto mundo. Me alegra qué al menos me hayas reconocido.
-¿Y que te ha hecho llegar hasta mi morada?
-Tu ignorancia, tu pasotismo, tus puñaladas al humilde...-Acto seguido se encendió un cigarro y mientras exhalaba ese humo tormentoso preguntó- ¿Has oido hablar alguna vez del capital?
-No, no se de que me hablas, mas por favor. Explicame quien o que es el capital.
-¡Tú eres el capital!- gritó con ira- Tú eres quien vendiste a toda aquella gente, tu fuiste quien solo te preocupaste d enriquecerte a costa del débil.
-No le escuches.-dijo una voz que provenía del sillón.

Allí se encontraba otro individuo que nadie habia llamado. A este segundo no se le veía tan noble. Aparentaba tener un elevado poder adquisitivo y hostentaba una llamativa banda. Era una lata de cocacola

-¿Cómo has entrado? - pregunté a la lata
-Tú me invitaste aquí cuando dejaste sin jornal a ese padre de familia, y me diste las llaves cuando despediste a ese otro joven que por su minusvalía no podía producir como el resto...
- Ya basta- dije entre sollozos- ¡Iros los dos por favor!No os necesito a ninguno, no necesito a nadie, puedo vivir solo.
-¿Tienes ahora miedo?- me replicó la botella de vino- La cobardía de esta lata amiga tuya te esta destrozando.

Una retaila de insultos fueron dirigidos contra el vino, la lata de cocacola no sabía lo que estaba haciendo, estaba enfureciendo a un pueblo entero.

-¿Por qué no te callas?- esbozo monárquicamente el vino.

Breves risas enlatadas inundaron la sala, al silenciarse la situación, la lata de cocacola sacó una pistola y se dispuso a disparar al vino.

-¡Asqueroso cerdo!- grito la botella de vino mientras propinaba una patada giratoria a la pistola la cual se ponía en órbita y hoy día conocemos como "La estrella de la muerte".

En los siguientes minutos tuvo lugar una patética trifulca entre ambos dos. La lata daba bofetadas mientras que la botella daba puños. Todos los rincones cubiertos de experiencia fueron destruidos. Finalmente los dos yacian muertos en el suelo, formando un único cuerpo. Tal mezcla se deslizó por las grietas de las paredes y me embriago como nadie lo había hecho jamás. Había encontrado por fin la solución a todos mis males, el kalimocho.




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