domingo, 24 de febrero de 2008

La redacción y la locución en la radio

Si se habla de escritura para el oído, no cabe duda que la claridad y la simplicidad en la exposición de las ideas deben ser los pilares básicos sobre los que se sustente cualquier redacción radiofónica.

¿Cómo se consigue la claridad?

Se logra, respetando la lógica gramatical, es decir, procurando que los elementos que integran una oración sigan la estructura lineal Sujeto + Verbo + Predicado (S+V+P). De hecho, esta estructura es la que predomina en nuestras conversaciones cotidianas y, además, contribuye a que las frases sean mucho más simples, concretas y directas.

Por otra parte, es esencial evitar la introducción de explicaciones (cláusulas) entre el sujeto y el verbo, al tiempo que también es fundamental no abusar de construcciones sintácticas muy complejas, ya que siempre acaban dificultando la comprensión de los textos hablados.

El sujeto debe aparecer explícitamente, puesto que es el protagonista de la acción del verbo.

Respecto a los verbos, es recomendable utilizarlos en voz activa, para que sea más fácil seguir el orden lógico S+V+P y conseguir una construcción sintáctica mucho más directa.

¿Cómo se consigue la simplicidad?

Procurando que las oraciones no superen, de media, las 30 palabras, aunque sin caer en la escritura telegráfica y, en segundo lugar, intentando exponer cada idea de la forma más diáfana posible. Para ello, es muy recomendable hacer uso de las denominadas técnicas de simplificación, especialmente de la comparación y del redondeo.

La comparación permite al oyente visualizar con mayor claridad una idea compleja o abstracta. En la redacción radiofónica se acostumbra a redondear las cifras para neutralizar las dificultades de comprensión que éstas generan, y para que el texto resulte mucho más simple.

La redundancia debe estar presente también en cualquier texto radiofónico. El hecho de que una idea importante aparezca una sola vez pone en peligro su captación por parte del oyente, por lo que la reiteración es fundamental. Se debe procurar utilizar sinónimos y no reproducir la misma palabra continuamente. (Redundar no es repetir). La redundancia tiene una triple función: facilita el proceso de retención de las ideas más significativas en la memoria del oyente; favorece una mayor atención por parte del receptor, al reducir el esfuerzo que ha de realizar en la escucha; finalmente, guía en el proceso de interpretación, al destacar lo más relevante.

Los signos de puntuación también influyen: sólo se usarán aquellos que tengan una trascripción oral clara y que, por tanto, sean útiles.

Por último, se debe tener en cuenta el léxico que utilicemos: un léxico próximo al receptor, que huya de los tecnicismos y del lenguaje excesivamente culto.

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