jueves, 18 de octubre de 2007

El tiempo, la vida, la existencia...

Os pongo aquí un ensayo que escribí el año pasado con Ventura. Espero que os guste.



Antes o después, todos llegaremos a un punto del camino en el que tendremos que elegir. Elegir por cuál de las miles de bifurcaciones que hay debemos andar. Pero, ¿para qué? Al escoger una de esas bifurcaciones, únicamente estamos desechando las demás, estamos guiando nuestra vida por un único camino que nada tendrá que ver al final con las múltiples opciones que se nos presentaron delante. Continuaremos andando y andando, mirando unas veces hacia el horizonte, otras hacia el suelo, pero no llegaremos a ningún sitio. Encontraremos distintos caminos: caminos con una suave alfombra de hierba verde por la que caminaremos a gusto; otros tendrán piedras y ramas que dificultarán nuestro caminar, pero tendremos que continuar y no podremos volvernos atrás para escoger otro camino. Podremos mirar hacia nuestro pasado, hacia lo que fuimos y que nunca más volveremos a ser, pero mirando no conseguiremos nada. Lo único que tenemos que hacer es seguir caminando. Aunque haya veces que no encontremos ningún sentido al camino por el que estamos andando, o pensemos que no estamos hechos para ese camino, debemos seguir sin dudarlo.

En algún punto de nuestro camino nos encontraremos con situaciones, experiencias, personas imposibles de olvidar; de esas que se te quedan grabadas en el corazón. Esos momentos tan especiales son los que dan forma a tu vida, a tu camino, y a los que recurres en los malos momentos. Son experiencias que conviene no olvidar jamás; ya que, de lo contrario, el corazón perdería la forma y características que estas experiencias le confieren.

Son esas situaciones las que tienes que vivir al límite, al máximo, dando lo mejor de ti. Es entonces cuando tienes que poner en práctica el “carpe diem”, el vivir cada instante al máximo, el aprovechar las oportunidades que ante ti se presentan y no dejarlas escapar; porque una vez que se van, no vuelven.

Quizá no todo sea bonito. Quizá haya partes en el camino que resulten un infierno. Unas más largas, otras más cortas, pero todas tienen que superarse. Y la única manera de superarlas es acudiendo a los buenos recuerdos que tienes almacenados en tu memoria. Recordando que, aunque haya momentos malos en la vida, también existen momentos buenos que contrarrestan todo el mal que han causado los primeros. Son esas partes del camino con piedras, ramas, arenas movedizas quizá. Pero cuando caminas sobre hierba, sobre césped verde y suave, te olvidas de todas las piedras con las que te has tropezado y han entorpecido tu caminar.

Como dijo un conocido filósofo:
“La utopía esta en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos mas y el horizonte se mueve diez pasos mas allá. Por mucho que yo camine, nunca lo alcanzare. Entonces, ¿para que sirve la utopía? Para eso sirve, para caminar...”

Al fin y al cabo, un camino de mil pasos empieza con uno solo...

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