viernes, 21 de marzo de 2008

10.000



Esta noche he ido a ver la nueva película del director Roland Emmerich, llamada 10.000. Lo cierto es que los numerosos trailers que había podido ver, y los geniales posters me hacían suponer que sería una película atractiva. Roland Emmerich se caracteriza por ser un director de grandes presupuestos, espectaculares efectos especiales y enormes taquillazos. El caso es que está película cuenta con gran presupuesto y espectaculares efectos especiales, pero no sé si alcanzará éxito en taquilla, porque resulta bastante floja.

A lo largo de toda la película, contamos con un narrador, una "voz en off", como se denomina en la jerga cineasta. Nos habla de una tribu (cuyo nombre soy incapaz de recordar) que caza mamuts (aunque ellos los denominan de otra manera). El caso es que, como anuncia la voz, cada vez la emigración de dichos animales es más tardía y el pueblo pasa hambre. La hechicera del poblado vaticina que un héroe llegará, hara retornar la paz, tras una época de guerras y miedo, y alimento al pueblo, y se casará con la niña de ojos azules (una chiquilla que aparece en el pueblo en el momento del vaticinio). El padre del que será el protagonista (que al comienzo del filme se trata de un crío) abandona el poblado con una misteriosa petición a un amigo de no revelar su misión. Años después, cuando todos están ya más creciditos, el protagonista D'leh (lo he visto en los créditos) se encuentra enamorado de Evolet, la chica de ojos azules, y ella de él. Pero para poder casarse con ella, necesita matar a un Mamut, cuando llegue la manada. Por unas circunstancias un tanto azarosas (pues el prota es tonto y torpe) consigue la lanza blanca, un símbolo que se da al cazador, y que además de hacerle el guía del pueblo, le permite esposar a Evolet, tal como anunciaba la profecía. No obstante, Tintín (sí, se llama así, pero no tiene tupé ni a Milú) que era quien hasta entonces portaba la lanza, sabe de la suerte del protagonista, y le obliga a entregar la lanza. Esa misma noche, los "demonios a cuatro patas", que no son más que jinetes, atacan el poblado y capturan, entre otras personas, a Evolet. Y aquí comienza el meollo, el prota iniciará la persecución para encontrar a su amada. Con él irán Tintín, que de nuevo lleva la lanza, otro guerrero, y Baku, un jovenzuelo que en realidad no estaba invitado a la fiesta en un principio, y cuya actuación me parece en ocasiones, mejor que las del propio protagonista. Entre los secuestradores, encontramos a un malote, que se ha enamorado de Evolet. Los guerreros rastafaris protagonistas, les persiguen a través de las montañas, hasta adentrarse en una jungla. Allí, por obcecación del protagonista que decide atacar cuando no debe, pierden a Baku y al otro guerrero, ya que ambos son también apresados. A destacar que los principales depredadores de esta jungla son una especie de avestruces carnívoras asesinas. Tras la jungla, el grupo se adentra en una sabana (en cuestión de 20 minutos, el film pasa de nieve a jungla y a desierto). Allí el prota carga con Tintín, herido. Una noche, cuando se disculpa con él por su torpeza, decide ir a conseguirle comida. Y no solo se demuestra que es mal cazador (echa a correr a 200 metros de una manada de ciervos, como esperando ganarles a la carrera) sino que realmente es algo torpón. Cae en una guarida, que yo cariñosamente llamo "agujero en el suelo". A esta altura del film, se aprecia que la bruja del poblado, sufre lo mismo que los protagonistas, por lo que ya la hemos visto temblar de frío y aquejarse de dolor. Mientras el prota permanece inconsciente en el agujero, comienza a llover. Él se despierta pero un pobre cachorrito de dientes de sable de unos tres metros y medio y alguna tonelada de peso, se encuentra preso bajo un tronco que su furia animal no puede mover, pero el prota, fornido y robusto, aparte con un leve gemido. Resulta que de algún modo, el prota en su estupidez ya demostrada, hace un "trato" con el animal, y le dice que no le devore cuando le haya liberado. El caso es que una vez libre, el dientes de sable le hace caso y lo deja en paz. Cuando D'leh llega hasta Tintín, esta ya se encuentra sano como una rosa, y juntos siguen su avance por la sabana. Llegan hasta un poblado, donde aparece el dientes de sable que, como devolviéndo la deuda que tenían, salva la vida a los protagonistas. Los nativos de la zona, ven esto como símbolo de una profecía. Porque sí, hay más de un pueblo, y más de una profecía (y más de dos). De este modo, tenemos al prota, héroe en la profecía de su tierra y en la de la tribu de al lado. Fuera como fuese, el "elegido" éste, reúne a toda la tribu de los alrededores, a cual más ridícula, y juntos siguen a la comitiva que a secuestrado a los suyos. Cruzan un desierto y casi los alcanzan, pero huyen por un río. Un simpaticón les dice un atajo, del que según anuncia, nadie vuelve. Pero nuestro prota es obcecado, y allí conduce a todo el mundo. Y la forma en la que consigue encontrar el verdadero camino es mediante una estrella que no se mueve en el firmamento, que es, teóricamente, el símbolo entre él y Evolet. Así, llegan hasta la "cabeza de serpiente", unas pirámides en construcción. Allí habita un Todopoderoso, que no puede ser derrotado. Pero cuando habla con un "ex-sirviente del Todopoderoso" le dice que dicho Dios, solo había hablado una vez de alguien que pudiera matarlo. Un hombre que tuviera el símbolo del guerrero, una estrella fija en el firmamento. ¡Qué casualidad! Ya tenemos nuestra tercera profecía de tres creencias distintas, que hacen pensar que el guionista no sabía como resolver e hilar ciertos aspectos de su trabajo y recurrió a la magia y el sino. No obstante, no es la última. Resulta que Evolet, que había sido azotada en las manos, forma parte de una cuarta profecía. Las cicatrices de sus manos encajan perfectamente con las constelaciones. Para esta altura de la película, el jinete malvado que se había enamorado de Evolet, había tenido algún encontronazo con un gordo aún más malvado. Por unas cosas y otras, los poblados de la sabana y el prota atacan las pirámides con un plan simplón, y que sin embargo resulta efectivo. El Todopoderoso se pone nervioso, y saca como rehén a la chica. Os voy a contar el final porque no merece la pena ir a verla. A tontas y a locas, el Dios le pide que tome a su enamorada y a su gente y se marche, pero D`leh, que no quiere dejar a sus nuevos amiguitos, hace un lanzamiento de jabalina que ni en las olimpiadas, y acierta de pleno al feo Dios. Los buenos se animan, al ver que se trata de un simple mortal, y arrasan con las pirámides y construcciones de los malotes. Sin embargo, el jinete enamorado de Evolet, la coge en su caballo y huye. D`leh corre tras ellos. Evolet hiere al jinete y juntos caen. Y cuando los dos "amantes de las rastas" corren a abrazarse, el jinete la hiere con una flecha. En un arrebato, el prota lo mata y ella muere en sus brazos, bajo las miradas atentas de todas las tribus. Pero el caso es que no termina aquí la historia, el jefe Mamut (que en la construcción de las pirámides se utilizaban para cargar) eleva su trompa al aire, como si fuera algún tipo de bendicón. Mamá bruja, en el poblado de las montañas, lanza su último suspiro, que de alguna manera, sirve para revivir a la chiquilla muerta. Y de este modo, vivieron felices y comieron perdices. O trigo, que es lo que el prota termina cultivando en su valle...

Roland Emmerich no hace de esta película su mejor trabajo, ni mucho menos, en lo que a dirección se refiere. La elección de artistas desconocidos suele ser una buena fórmula para ahorrar dinero y hacer algo decente. Pero aquí consiguen todo lo contrario, un presupuesto derrochador para los efectos especiales, y unas interpretaciones muy flojas. La película resulta cansina, al estar basada continuamente en profecías que hacen que ela rgumento ralle lo absurdo. Por lo menos, no se hace muy larga...

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